Ansiedad

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Ansiedad: Del latín anxietas, -atis. Agitación, Inquietud o zozobra del ánimo. Está claro que los romanos también conocían la ansiedad, y que no es sólo un mal de nuestro tiempo, sino inherente a la condición humana.

A ver, un cierto grado de ansiedad, de tensión emocional, es imprescindible para la vida. Es un estímulo para crear, trabajar, aprender. De lo contrario seríamos como setas. Pero dentro de unos límites. Si se sobrepasan aparece una intensa sensación de malestar que afecta al estado general de la persona. Sobrevienen síntomas alarmantes -opresión en el pecho, palpitaciones, dificultad para deglutir- que contribuyen a aumentar la ansiedad por el temor a padecer una enfermedad grave. Dependiendo de la estructura de personalidad del individuo, se asocian síntomas obsesivos, hipocondría, fobias  o somatizaciones.

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Estas últimas se originan cuando la tensión emocional necesita “salir” del organismo, y se manifiestan de manera diversa, en la piel -dermatitis, alopecias, psoriasis, herpes-, el aparato digestivo -espasmos abdominales, diarreas-, el sistema nervioso -cefaleas, tics- u otros. Estos síntomas, que requieren ocasionalmente exploraciones diversas y consultas con varias especialidades médicas, agravan el proceso produciendo un trastorno de ansiedad generalizada, que afecta al estado de ánimo del individuo y genera insomnio, irritabilidad, tristeza, dificultad de concentración para el estudio o el trabajo…

Es muy probable que lo escrito hasta aquí sobre. Casi todos hemos padecido algún grado de ansiedad a lo largo de la vida, y reconocemos por ello los síntomas. Sin embargo, ¡cuánto nos cuesta pedir ayuda! En ocasiones produce vergüenza pensar que no somos capaces de resolver las situaciones por nosotros mismos, que “yo siempre he podido con todo, porqué no voy a poder ahora con esto”, o “yo no soy un enfermo mental, no necesito pastillas ni terapias”. Tenemos pavor a los psicofármacos (en otro momento hablamos de ello) y nos resistimos a la conveniencia de una ayuda psicológica (también de esto hablaremos), imaginando ¡qué paradoja! que nuestra opresión de pecho es un infarto, las diarreas un cáncer de colon y la cefalea un tumor cerebral.

La realidad es que solicitar ayuda al médico por sufrir ansiedad no debería producirnos más incomodidad que pedirla por ser hipertensos…

Dr. José María Esteve Barcelona