Diagnóstico Cáncer

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Diagnóstico Cáncer

De repente, el cáncer: Cuando no te lo esperas, cuando estás convencido de que eso es algo que le pasa a los demás, pero no a ti. De mama, de vejiga, de pulmón, da igual. Sin sospecharlo te dicen: “Tiene usted un cáncer. No se preocupe (qué risa, si no fuera tan dramático; que no me preocupe, dice) porque está localizado, no es muy agresivo, hoy día esto se cura… etc.”

Da igual. Todos asociamos la palabra cáncer a “mi vida está en riesgo, y aunque me cure, será después de cirugía o radioterapia o quimioterapia o las tres»… En cualquier caso, después de un largo período de sufrimiento e incertidumbre. En un primer momento, el diagnóstico de cáncer rompe la vida de todos los días. Ya no se es dueño del tiempo, las pruebas médicas —análisis, resonancias, biopsias— son las que mandan. Los proyectos de futuro, aunque sean a corto plazo, quedan en el aire; la información que se recibe de los médicos parece desesperadamente escasa e imprecisa, y todo —absolutamente todo— gira alrededor del maldito cáncer.

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Este actúa en nuestra vida como una granada de mano arrojada a un estanque: El agua salpica para todos lados y el estanque desaparece. La vida da un vuelco. Las preguntas “¿Me voy a curar? ¿Qué va a pasar con mi familia? ¿Voy a poder trabajar? ¿Perderé el cabello? generan una gran tensión emocional y producen sentimientos de rabia, negación y tristeza que se suceden o alternan hasta que llega la aceptación de la realidad. La serena aceptación de la enfermedad (y sus consecuencias) depende de muchos factores personales y ambientales. Una estructura de personalidad madura, un entorno estable y una red social que proporcione apoyo son pilares fundamentales. La actitud de los profesionales médicos y de enfermería es también determinante. En estas circunstancias, recibir un trato cercano, delicado y amable facilita que el enfermo confíe en aquellos. En el caso contrario es fácil que comience una peregrinación en busca de segundas y terceras opiniones. (A propósito, mi convicción profesional es que los servicios de diagnóstico y tratamiento oncológicos españoles no tienen nada que envidiar a los de cualquier otro país).

Aunque la estadística mundial ha dado un vuelco y las posibilidades de curación del cáncer continúan aumentando, no es menos cierto que en España los tumores siguen siendo la segunda causa de muerte (algo por detrás de las enfermedades cardiovasculares). Por tanto, está más que justificada la preocupación por padecer un tumor maligno. Sin embargo, percibo que produce mucha más angustia el temor a padecer cáncer que el de morir por un infarto o quedar severamente deteriorado por un ictus cerebral. Por eso creo que es importante poner las cosas en su sitio: ¿Un cáncer es importante? Claro que sí, siempre. Pero superado el shock del primer momento se sigue siendo un ser humano —con cáncer, sí— capaz de tener ilusiones, amar y ser feliz. Conozco muchas personas, muchos amigos, que son ejemplo de ello. (¿Verdad, Gloria, Julián, Blanca, Antón, Emilio… y tantos otros?).

Dr. José María Esteve Barcelona